miércoles, 17 de julio de 2019

Siete palabras


Dicen que toda está escrito, que el mar de la poesía está infestado de botes salvavidas y de botellas de oxígeno, pero cuando abro las ventanas, los aires destilan conjeturas  que ponen en duda un  paisaje agotado, transido de hastío, de trillado trigo, de versos que no son versos, de máscaras y de configuraciones que sestean a la sombra de vaguedades y lugares comunes. En el moscardón que vuela alrededor de mi sombrilla, o en la cuerda tercera de un concierto de alas batidas  de violines invernales, descubro la respuesta a la pregunta que cada día enlazo a mis intuiciones: si no hay dios qué hay sino esta tierra que me inunda y  ésta agua a la que me lanzo hecha de líneas atemporales concéntricas a un punto que puede ser tu risa, mi pecho, o el tiraje intercostal que me provoca tu mirada atenta. Mi palabra nace hablada, sus significantes pespuntean en mi lengua pugnando por parirse en el amanecer de una nueva idea y cosquillean el paladar cuando doblan sus raíces en significados que juegan  con la luna y con tus manos. En el lugar de los ojos de la inteligencia, allí donde las miro, absorta en la entelequia de sus cuerpos móviles, descubro nuevas verdades, océanos de signos transcritos en voces que como pájaros revolotean frenéticas alrededor de un cielo siempre nuevo. Yo no soy mundo, no soy pez,  soy ave plateada, bucanera sin barco, sol y sombra de mi propia luz, exploradora  de recuerdos que tiendan un puente entre el ayer y el mañana, para lanzar el cable que me lleve a mis flores, al bosque de mi niñez, a las calles, a la nieve sucia  de mis primeros gritos, de mis  primeros juegos, a las cuestas que llevan a más cuestas, al rubio de tu pelo liso, a la vejez de la anciana rosa. Siete palabras, cantadas, acariciadas, mecidas en la garganta para que surjan sanas, sedosas, siete razones para tejer mallas, coger lombrices y pescar atunes , saborear el vino bebido de tu boca, y seguir construyendo buques, surcar espacios infinitos   y  esperar que la metáfora transforme mis brazos en alas. Dicen.



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