martes, 31 de diciembre de 2019

Edición Especial Imaginarios de la palabra: la metáfora, la mentira, la poesía. Coordinado por Francisco Javier Gallego Dueñas. La verdad: esa gran mentira. Reflexión sobre el poder de las palabras y la poesía. Por Mª Ascensión Marcelino Díaz. Páginas 7-10

https://imaginariosyrepresentaciones.files.wordpress.com/2019/11/imaginacic3b3n-o-barbarie-nc2ba-18-vf.pdf

La verdad: esa gran mentira. Reflexión sobre el poder de las palabras y la poesía.


     Todo gesto constituye un artificio. La aparente naturalidad de la postura distendida, la palabra pronunciada sin ambages, la mirada perdida en el vacío de un horizonte trillado de signos y estrellas. La máscara con la que bautizamos cada uno de nuestros días y nuestros encuentros en concomitancia directa o virtual con el otro, cuelga en el perchero de vuelta al hogar, y la persona que somos en comunidad se pasea desnuda por las habitaciones de la casa, vestida de una mismidad que también es un traje no siempre hecho a medida. 
     Este escrito pretende reflexionar sobre el poder de las palabras, la poesía, la verdad y las relaciones sociales. Pero también sobre el engaño, como arma o como juego, y la ambigüedad en la que se mueven los nexos humanos en torno al binomio apariencia-realidad y verdad y mentira. La palabra es la morada del ser (Heidegger). La palabra es poderosa, construye y destruye, horada el intestino y vomita significado. El lenguaje es el auténtico hogar del ente, el dasein que yace arrojado a una realidad cuya urdimbre trata de descifrar a través de poesía, de la metáfora y del arte. La verdad es un camino que asciende y aleja a la mente de la apariencia de una materialidad que percibe y siente como falsa. 
     Afirmar lo que no es, ensalza la virtud y libra a la mujer de la tortura, la arroja a las llamas, o la salva de la quema. El embuste es un disfraz que hace posible el rol social, la sonrisa que mueve el mundo, el poder que trastoca como la alquimia, unos elementos en otros. Penélope hila cada día un lienzo mortuorio que deshace por la noche. La reina finge que no termina pero no miente. No acaba nunca porque para crear hay que destruir. Consigue vivir su independencia en una sociedad patriarcal rodeada de hombres ávidos de su fortuna tejiendo un lienzo de hilos interminable, la tekné ampara su libertad y consigue que un centenar de maridos potenciales se crean la gran historia como también logra que una de las interpretaciones de su mito se haya erigido frente a otras. Penélope, la mujer pasiva, la que aguarda eternamente fiel la vuelta de su hombre. 
     De hecho, el gran fraude consiste en inspirar la narración de la espera y no el de la independencia. En la poesía encontramos ese puente de unión, esa resina que perlita la verdad que esconde una realidad a la que nunca podremos acceder porque el trecho que lleva hasta ella no está hecho de palabras. Hay una línea continua solo transitable por la intuición. La metáfora es el cauce por el que aquella se hace imagen, el camino por el que el signo fotografía las vísceras y las vierte en vocablos. Penélope urde su historia con hilo y aguja y trenza su libertad cada día. Miente a la posteridad e inspira canciones e historias trágicas cuando debería evocar al misterio de la noche en la que sola, construye su propio estar en el mundo hecho de renuncia y de trabajo.
      “Yo siempre digo la verdad incluso cuando miento” dice Toni Montana en la película Scarface (1983), un film que reflexiona sobre el poder, la ambición, y el precio que hay que pagar por  ello. Dinero, drogas, mujeres objeto, y la brutalidad como eje a través del cual se mueve la historia. La importancia del contexto para comprender el valor de una proposición, el emplazamiento de la enunciación legitima el discurso. La verdad de Montana desde el lugar en que profiere la locución, su autenticidad como ser grosero que no finge lo que no es, convierte a su personaje en un ser genuino y veraz. Habitamos una gran urdimbre hecha de siglos de civilización y de evolución. La sociedad global de ahora está acotada por múltiples reveses y enveses, limitada por tarifas y cifras y una arquitectura enorme de intereses mercantiles que hacen imposible la utopía del entendimiento universal entre los seres humanos. 
     La red es el monolito extraño que todos tocamos con miedo primero y envalentonados después. Como los homínidos ficticios de Kubrick, la inteligencia llega por azar y lleva al sujeto a una nueva fase, a un nuevo escalón evolutivo. La falacia es el relato. Quienes manejan el cotarro mueven el hilo tras el gran muro desde el que se arrojan las sombras que van a parar a la pared del pobre, al paredón de las desgraciadas de la miseria, el muro de la ignorancia. El papel pintado del frente del salón alberga la televisión de 60 pulgadas, el teléfono móvil apoltrona al estudiante en el sofá de su casa, las madres riñen a las profesoras serias porque no ven la verdad de sus hijos ausentes, seres virtuales pueblan el imaginario popular con historias de infidelidades, y cambian sus rostros a ritmo de Photoshop. Todos quieren participar del engaño. La metáfora sigue siendo un arma de expresión, de denuncia, de despliegue pero también de repliegue. Hacia un lugar donde hacer pie y ser auténtico. verdad está hecha de múltiples viseras que contemplan el cielo estrellado desde lugares infinitos y amplios. La filosofía pretende dar cuenta de esa inmensa red con conceptualizaciones y discernimiento. 
     Denuncia las falacias, desarticula los andamiajes ideológicas que nos aprisionan a las pseudo verdades y las prebendas de quienes cotizan al alza los argumentos espurios y las noticias falsas. Desenmascara, reclama, rearticula e interpreta desde el logos, el viraje hacia la regresión que supone la neomodernidad con su discurso neoliberal, desanclado de valores, poblado de nanotecnología, capaz de deshacer al individuo y convertirlo en un ser para la nada. Pero la razón encuentra sus límites en lo inefable, por lo que es la poesía la que toma el relevo y continúa el camino por el incómodo sendero de lo real que no se deja atrapar por conceptos (Nietzsche). 
      La razón poética (Zambrano) como instrumento de conocimiento, como método, tal vez sea el último reducto para trascender lo mundano y llegar al núcleo de esa mónada escurridiza y endeble que es el ser humano. La literatura como báculo, como instrumento plagado de resortes que taladra el alma y descifra el código por el que acceder a lo belleza se erige entonces como bastión frente a tanta patraña, a tanto embuste, a tanta mendacidad.

viernes, 6 de diciembre de 2019

Después, antes y durante. Notas para pensarte ahora (De mi poemario Interinidades)



Te ocultas, sentado como mirando un cielo que no existe,
y en tu parpadeo lento sé que te vuelves hacia ti mismo
sin olvidar que un minúsculo, y vulnerable fragmento
de tu ala izquierda sigue pegado  a la bisectriz
que me separa de ti y del resto del mundo.

Rozas con tu pie derecho mi cadera,
me vuelvo y te observo y te sonrío
mientras las hojas secas se las lleva el viento, y
la luz languidece y todas las promesas se tornan
verdades como por ejemplo, que el amor atraviesa el tiempo
 o que la muerte es un espejismo en el que tu y yo nos perdemos, a veces.

Y sin embargo, se mueve.

 Después de un tiempo de inactividad, vuelvo a poner a punto mi blog. 14 de abril de 2023. Primavera. Todo florece. Las actividades se multi...